Las carillas dentales, revisten los dientes originales y por tanto dejan a la vista una sonrisa mucho más atractiva, mostrando las típicas dentaduras “perfectas” que tanto nos llaman la atención.
Algunos de los ejemplos más habituales para el uso de las carillas:
- Cubrir fracturas de los dientes: Si una persona se da un golpe en un diente y se le parte un trozo, o si tiene algún diente dañado por el uso, se puede poner una carilla dental y así cubrir el diente para verlo como nuevo.
- Cubrir espacios interdentales: Cuando dos dientes están muy separados entre sí (lo que se conoce como diastema), pueden colocarse carillas estéticas para cubrir ese espacio.
- Corregir formas de los dientes: Si un diente es demasiado corto, o tiene un saliente extraño por un lado, o está desalineado con el resto, es posible construir carillas para cubrir los dientes en cuestión y que así se ajusten a la forma deseada.
- Agrandar los dientes: En ocasiones nos encontramos con dientes demasiado pequeños en comparación con los demás, o una dentadura en general formada por piezas dentales pequeñas que al sonreír hacen que se vea más encía que diente. Las carillas dentales podrían corregir el problema de los dientes pequeños.
- Blanquear los dientes: Es uno de los tratamientos más efectivos para el blanqueamiento dental, pues realmente no hay que trabajar sobre el diente, sino cubrirlo con una carilla dental más blanca.
- En general, las carillas estéticas podrían ser una solución para dientes torcidos, separados, apiñados o montados, siempre y cuando pensando en casos muy leves, ya que estos problemas podrían requerir un tratamiento de ortodoncia.